domingo, 23 de agosto de 2009

Personalidad tipo C y su relación con el cáncer

Muchos investigadores consideran que existe una relación entre el cáncer y ciertos patrones de conducta. En 1980, los investigadores Morris y Greer plantearon la existencia de un patrón de conducta al que llamaron tipo C, pero ya a principios del siglo XVIII, un autor llamado Gendron había planteado que las mujeres ansiosas y deprimidas eran proclives al cáncer.

En 1959 Leshan realiza una revisión bibliográfica sobre este tema y concluye que la desesperanza, la pérdida y la depresión son, con frecuencia predictivas de la aparición del cáncer.

Características de la personalidad tipo C

1. Depresión. Los estudios realizados no permiten afirmar que la depresión juegue un papel importante, pero sí puede ser un factor adicional en el desarrollo y aparición del cáncer, y las personas con depresión tienen un riesgo más alto de morir de cáncer años más tarde.

2. Desamparo y desesperanza. Esta característica ha sido relacionada con la parición del cáncer de un modo más consiste. Se ha visto que puede ser un buen predictor del desarrollo de cáncer de mama y melanomas, así como de las recaídas de la misma enfermedad. Estas personas suelen reaccionar con desamparo e impotencia ante acontecimientos estresantes.

3. Falta de apoyo social. La pérdida de personas importantes es uno de los factores que puede contribuir al desarrollo del cáncer. Así mismo, la pérdida o la ausencia de buenas relaciones con los padres puede se un predictor del cáncer y las personas con mayores recaídas de la enfermedad presentan un mayor número de pérdidas recientes que aquellos que no recaen. Existen indicios de que la falta de apoyo social puede estar asociado a una baja actividad de los linfocitos NK, células capaces de destruir las células cancerígenas (así como las células infectadas por virus) cuando estas aparecen e impedir así el desarrollo de la enfermedad.

4. Incapacidad para expresar las emociones negativas. Las personas proclives al cáncer tienen una gran dificultad para expresar emociones de ira, agresividad, y otras emociones negativas, mientras que expresan emociones positivas (amor, solidaridad, etc.) en exceso. Suelen ser amables, preocupados por agradar y se presentan imperturbables ante el mundo. Son personas que se describen a sí mismas como con tendencia a guardarse la ira dentro. Es decir, no es que no sientan estas emociones, pues las sienten en la misma medida que la mayoría de las personas, pero en vez de expresarlas de un modo asertivo y apropiado, tratan de ignorarlas y suprimirlas sin llegar a procesarlas correctamente ni a solucionar el problema.

Esta tendencia procede tanto de factores genéticos como de los patrones de interacción familiar, que llevan a una persona a aprender a reaccionar ante las dificultades, los acontecimientos estresantes o los traumas, suprimiendo la manifestación de sus necesidades y sentimientos. Así, suprimen sus propias necesidades en favor de las de las otras personas, las cuales sitúan por encima de las propias. Eso conlleva la eliminación de emociones negativas (enfado, ira, desagrado, injusticia, frustración, etc.) mostrándose sumiso, cooperativo y tranquilo.

En condiciones normales, cuando no existen acontecimientos especialmente estresantes, las buenas relaciones que logra tener con los demás, pueden compensar el malestar originado por la supresión de sus necesidades. Sin embargo, el bloqueo excesivo de la expresión de los sentimientos y necesidades tiene consecuencias negativas para la salud física y mental, sobre todo cuando los deseos o sentimientos que suprime son muy intensos (por ejemplo, en situaciones altamente injustas o estresantes).

Esto crea una gran tensión interna y estrés, que originan emociones negativas ante las cuales reacciona del mismo modo, suprimiéndolas y mostrando una fachada de normalidad y autosuficiencia a pesar de sentir un gran desamparo. De hecho, pueden llegar a ignorar incluso síntomas físicos, así como sentimientos de soledad, tristeza, miedo, etc. Así, la persona comienza a sentirse deprimida, pero esta depresión no se debe a un acontecimiento concreto, sino que se debe a la sobrecarga acumulada de necesidades y sentimientos sin expresar.

Cuando la persona se ve sobrecargada por el estrés acumulado, se da cuenta de que no puede continuar, y tiende a reaccionar de tres modos diferentes:

a) Comienza a cambiar y a desarrollar un estilo más adecuado de afrontamiento de los acontecimientos estresantes.

b) La fachada se derrumba y su desesperanza se hace manifiesta.

c) Continua utilizando el mismo patrón tipo C, lo cual le crea cada vez más tensión.

Tanto la depresión como el desamparo o desesperanza son capaces de reducir la función de las células NK y, de este modo, influir sobre la aparición, desarrollo y recurrencia del cáncer.

Así mismo, este comportamiento puede inducir a una persona a la realización de conductas de riesgo para el cáncer, como el consumo de alcohol y tabaco.

La tendencia a la evitación emocional presenta las siguientes características:

1. Evitación de situaciones que producen emociones negativas.

2. No expresión de las emociones negativas a otras personas, con lo cual se intensifican estas emociones.

3. No afrontar los acontecimientos conflictivos.

La evitación emocional también puede estar relacionada con una menor tendencia a detectar síntomas físicos, los cuales también desea ignorar. Esto retrasa la búsqueda de ayuda médica y, por tanto, produce un retraso en el diagnóstico y tratamiento del cáncer.

A niveles biológicos, la tendencia a la evitación emocional produce una disminución de la actividad del sistema simpático adreno-medular, lo cual parece ir asociado a un funcionamiento más pobre de las células NK, que contribuiría al inicio, progresión o desarrollo del cáncer.

Destrucción de una célula tumoral por parte de un linfocito NK.

El estilo de evitación emocional también puede estar enmascarando una depresión. La depresión, sobre todo cuando se caracteriza por la presencia de síntomas físicos, como enlentecimiento psicomotor y fatiga, puede ir asociada a una disminución de la actividad del sistema nervioso simpático, lo cual convertiría a estas personas en un grupo de alto riesgo.


También hay que tener en cuenta la intervención de otros elementos inmunológicos, como los linfocitos T, el interferón y algunos péptidos y, a su vez, ha de tenerse en cuenta la relación existente entre el sistema neuroendocrino y el inmunológico (la relación entre estrés y depresión del sistema inmunitario), lo cual complica las vías de investigación de la influencia de las variables psicológicas en la iniciación, evolución y recurrencia del cáncer.

Tomado de: Cepvi.com

sábado, 22 de agosto de 2009

PERSONALIDAD TIPO A Y SU RELACION CON LA ENFERMEDAD CARDIACA

En 1957, dos cardiólogos, Rosenman y Friedman, del hospital Monte Sinaí, en San Francisco, California, describieron un estilo de comportamiento que llamaron patrón de conducta tipo A, que constituye un factor de riesgo para la cardiopatía isquémica. Estas personas tienen 2,5 veces más probabilidades de presentar angina de pecho o infarto de miocardio. El patrón tipo A es un factor de riesgo que opera al margen de otros factores de riesgo como el tabaco, la hipertensión y la obesidad.

Características de la personalidad tipo A

  • Velocidad, impaciencia, irritabilidad, siempre tiene prisa.
  • Estilo dominante y autoritario.
  • Pensamiento concretista, con dificultad para conocer y expresar sus emociones.
  • Actitud hostil, dura, competitiva.
  • Gran implicación en el trabajo, con tendencia a la actividad permanente. Consideran el descanso o el ocio como pérdidas de tiempo.
  • Preocupación por el rendimiento y los resultados finales, más que por el disfrute de la actividad mientras se realiza.
  • Pocos intereses y relaciones personales al margen del trabajo.

Son personas enérgicas, que hablan con voz alta y con rapidez, se muestran tensos e impacientes. Su vida gira en torno al trabajo, al logro y al éxito, son competitivos y ambiciosos y dan la impresión de no tener nunca suficiente. Tienen una gran necesidad de control de su ambiente, lo cual los vuelve muy tenaces, aunque pueden seguir intentándolo incluso cuando las posibilidades de éxito son mínimas y la tarea está destinada al fracaso.

Estas personas tratan de probarse a sí mismas continuamente, midiéndose a través de sus logros. Por este motivo emprenden numerosas tareas, tratando de destacar y triunfar en todas ellas. Dado que su valor personal depende para ellos de sus logros, suelen tener un gran temor al fracaso, pues lo consideran un indicativo de su falta de valor personal. Debido a que el logro y el éxito se vuelve para ellos una cuestión vital, se encuentran en una continua competición con los demás.

Tienen problemas para identificar, reconocer y expresar sus propios sentimientos, junto con una ausencia de fantasías.

Tomado de: Cepvi.com

Amante de videojuegos promedio tiene 35 años, sobrepeso y depresión, reveló investigación de E.U.

Expertos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por su sigla en inglés) observaron la conducta de 552 adultos de entre 19 y 90 años de la zona de Seattle-Tacoma.

De esos participantes, 249, o casi el 45 por ciento, eran aficionados a los videojuegos. Los hombres representaban al 56 por ciento de esos jugadores, según la investigación, que fue publicada en 'American Journal of Preventive Medicine'.

El equipo halló que los hombres amantes de los videojuegos pesaban más que los otros hombres. En tanto, las mujeres jugadoras informaban mayores niveles de depresión y menor salud en general que aquellas sin esa afición digital.

El investigador James Weaver y sus colegas sugirieron que los videojuegos en los adultos serían una forma de "automedicación digital".

En particular, las mujeres se involucrarían en estos ambientes digitales de incentivo cerebral como un modo de distraerse.

"En síntesis, alejan literalmente sus mentes de las preocupaciones mientras juegan un videojuego", indicó el autor en un comunicado.

Los adultos amantes de estos juegos también serían menos sociables, extrovertidos y enérgicos que los no jugadores.

Estos resultados fueron consistentes con los de estudios previos sobre adolescentes a los que les gustaban mucho los videojuegos: esta actividad está ligada al sedentarismo, los problemas de peso y de salud mental.

Asimismo, los adultos jugadores de ambos sexos dependerían más de Internet como apoyo social que el resto de las personas, lo que respalda la sugerencia de estudios anteriores sobre el "sacrificio de las actividades sociales de la vida real para jugar videojuegos" que implica esta práctica en los adultos.

Tomado de: ElTiempo.com

jueves, 20 de agosto de 2009

¿Qué es Sexualidad?

La sexualidad hace parte de la vida de todos los seres humanos y está relacionada con la capacidad de sentir placer.

Desde que una persona nace hasta que muere la sexualidad se manifiesta de distintas formas, situaciones, acciones, sensaciones y sentimientos.

Por lo tanto, la sexualidad no es una “cosa” que aparece de pronto en las personas adolescentes, jóvenes o adultas. El recién nacido experimenta placer en el momento en que succiona el seno de su madre y a través de la lactancia recibe alimento, los niños y niñas, durante la infancia, sienten placer al tocar algunas partes de sus cuerpos, lo cual también hace parte del reconocimiento propio de la edad.

La sexualidad involucra desde el aspecto físico hasta los sentimientos y emociones. La crianza y la educación, así como la edad, la cultura, la región geográfica, la familia y la época histórica, inciden directamente en la forma en que cada persona vive su sexualidad.

A través del tiempo, según la cultura y la sociedad, se han establecido comportamientos considerados como “correctos” (relaciones heterosexuales, coito vaginal) y otros “incorrectos” o prohibidos (masturbación, relaciones homosexuales, etc.). Estas calificaciones han pretendido controlar la vivencia de la sexualidad y no son, en forma alguna, verdades absolutas.

Así mismo, de generación en generación se han transmitido ideas sobre sexualidad que son falsas, inexactas y no tienen bases científicas sólidas, pues han surgido de creencias populares, de la intuición, de la desinformación y en algunos casos del miedo de las personas.

El efecto de esas falsas creencias y de la información errónea es que pone a las personas en RIESGO, las imposibilita para asumir actitudes preventivas frente a su salud sexual y para disfrutar libremente de su sexualidad. Además, puede influenciar actitudes discriminatorias frente a otras personas.

Es frecuente que el concepto de sexualidad suela confundirse y mezclarse con los conceptos de sexo y relaciones sexuales, limitando así la vivencia de la sexualidad solamente al contacto genital. En ese orden, vale la pena aclarar que las relaciones sexuales son un componente de la sexualidad, pero no es el único. De ahí que existan interrogantes como: ¿qué es el sexo?, teniendo en cuenta que muchas personas, de manera equivocada, entienden sexo como tener relaciones sexuales.

Todas las personas tienen sexo, es innato al ser humano. El sexo es el conjunto de características físicas que diferencian al hombre y a la mujer.

Existe también confusión entre amor y relaciones sexuales. El amor es un sentimiento y puede ser una de las múltiples motivaciones para que las personas practiquen relaciones sexuales. Otras razones pueden ser: curiosidad, deseo y placer.

En algunos casos las personas creen que tener relaciones sexuales es una obligación y en otros casos éstas se practican de manera violenta. Tener relaciones sexuales debe ser una decisión individual y voluntaria, que provoque beneficio a la persona que la realiza y que no afecte a otros u otras.

Además del placer, el sexo y las relaciones sexuales, la sexualidad comprende aspectos como el afecto y las relaciones humanas. Por ejemplo, el afecto que una persona siente por sí misma, también llamado autoestima, así como el afecto hacia otras personas, (donde pueden estar incluidas las relaciones afectivas entre padres, madres e hijos, pareja, amigos, hermanos y familia en general), hacen parte de la sexualidad.

Tomado de: Profamilia

jueves, 13 de agosto de 2009

NIÑOS CON IMPULSIVIDAD

Los impulsos son característicos de personas poco reflexivas que actúan sin pensar y sin medir las consecuencias de sus actos o palabras. Aunque es normal que los niños pequeños actúen por impulsos, los padres deben corregir este comportamiento para evitar que en un futuro sean adultos impulsivos.

IMPULSIVIDAD

Los impulsos son una reacción inmediata y descontrolada ante un determinado acto o hecho. Se realizan sin reflexionar y sin tener en cuenta las consecuencias que pueden tener.

Algunas personas poseen una gran incapacidad para controlar los impulsos, deseos o tentaciones. Fracasan ante el intento de dejar de hacer algo que desean hacer, a pesar de saber que no deben hacerlo o que resulta dañino para sí mismo o para los demás. Son personas que sufren el "trastorno del control de los impulsos", como es el caso de los adictos al alcohol, juego, drogas, pirómanos, etc.

En el momento en que realizan el acto, estas personas sienten gran placer o satisfacción, sin embargo, después se arrepienten y se sienten culpables y entristecidas. Desean controlar sus impulsos, pero no saben cómo hacerlo. Necesitan ayuda de profesionales para solucionar su problema.

CONSECUENCIAS DE SER IMPULSIVOS

Hay niños que mientras corren van mirando por dónde van, y otros que mientras corren no miran por dónde van, dónde pisan ni dónde pueden caerse. Ante un objeto desconocido, algunos niños lo observarán cuidadosamente antes de tocarlo, mientras que otros lo tocarán sin dudarlo. Ante una "chuchería", la querrán comer de inmediato mientras que otros podrán guardarla para otro momento.

Los niños impulsivos están acostumbrados a cometer errores, a tropezar ante los obstáculos y a recibir regañinas por sus reacciones y forma de actuar. Son las consecuencias de ser impulsivos y no pensar antes de actuar. Hacen lo primero que les apetece o se les ocurre.

Tienen dificultad para ganarse la simpatía de los profesores y la de los padres de sus amigos, puesto que suelen molestar por sus reacciones, ya que responden sin pensar y hacen comentarios inapropiados. Pueden tirar un objeto en un momento determinado de malas formas si algo les ha contrariado o dar una patada o decir un exabrupto; no controlan sus reacciones. Esto hace que los demás niños se quejen y traten de evitarlos pues no disfrutan al estar con ellos.

CARACTERÍSTICAS DE LOS NIÑOS IMPULSIVOS

Actúan sin pensar. No se detienen a medir las consecuencias de sus actos, lo que les crea complicaciones en el colegio, con los amigos y en casa. Continuamente tienen problemas por su comportamiento inapropiado.

- Son impacientes. Quieren satisfacer inmediatamente cualquier deseo. Tener que esperar les supone un gran esfuerzo, les resulta prácticamente imposible. Se impacientan cuando tienen que hacer turnos o guardar una cola, si tienen que esperar empiezan a protestar y a portarse mal, resultando un fastidio para todos.

- En las conversaciones suelen interrumpir constantemente, responden antes de que se termine de formular la pregunta, si le preguntan a otro y ellos saben la respuesta, tienden a contestar sin detenerse a pensar que no es a ellos a quien le están preguntando.

- Pasan de una actividad a otra con mucha frecuencia. Son desorganizados y no terminan sus tareas o actividades.

- Les falta la capacidad del autocontrol. No controlan sus reacciones, por lo que pueden llegar a parecer en momentos determinados niños maleducados, impertinentes o agresivos.
- Son frecuentes en ellos, las rabietas, llantos, ira, malas contestaciones, etc. Si desean algo lo cogen y si se les niega, se enfadan.

-Presentan baja tolerancia a la frustración. Reaccionan con rabia o ira cuando se les niega algo o se sienten contrariados.

ACTITUDES DE LOS PADRES

Aunque los comportamientos impulsivos son normales en los niños pequeños, los padres deben tratar de corregirlos para evitar que se conviertan en adultos impulsivos.

- Fijar normas claras y precisas en cuanto a las consecuencias de sus impulsos. Las normas deben ser pocas y no se debe de ceder ante ellas. El niño tiene que saber que si las incumple, será castigado y que en ningún momento se le permitirá reacciones agresivas o malas formas cuando se le regañe o corrija.

- Establecer límites de comportamiento acordados con el pequeño. Debe saber qué se espera de él, qué le está permitido y qué no debe hacer.

- No ceder ante las rabietas. Es una reacción muy característica de los niños impulsivos. Si no logran su objetivo o los padres pretenden frenarle el impulso, suelen coger una rabieta.

- Supervisar constantemente su conducta. Estos niños precisan de mucha supervisión. Continuamente hay que estar recordándole cómo debe comportarse ante las situaciones en las que pierde el control o actúa por impulsos. Es importante que los padres estén informados de cómo se comportan en el colegio para poder corregir su conducta dentro y fuera de casa.

- Prestar atención al refuerzo positivo. Cuando controle sus impulsos en situaciones que habitualmente no lo logra, es muy positivo alabárselo y reconocerle el esfuerzo que ha realizado.

Tomado de: pulevasalud.com

ANSIEDAD POR SEPARACIÓN

Los miedos son parte del desarrollo evolutivo de una persona. Previenen contra posibles peligros en cada uno de los momentos de nuestro desarrollo. Por eso, la mayoría de miedos se dan en la infancia y la adolescencia, y están en consonancia con las habilidades disponibles para hacer frente a los posibles estímulos que los provocan y con las capacidades cognitivas existentes.

Estos miedos son normales, no provocan graves interferencias en la vida académica, social o laboral de la persona, y sirven para que la persona desarrolle habilidades motoras y cognitivas de afrontamiento. Además siguen una secuencia determinada, ya que a medida que se afrontan con buenos resultados cambia el objeto de temor.

La secuencia de miedos normales (Bragado, 1994) es:

0 – 6 meses: pérdida súbita de la base de sustentación (soporte) y ruidos fuertes.

7 – 12 meses: miedo a las personas extrañas, y a objetos que surgen inesperadamente.

1 año: separación de los padres, retretes, heridas, extraños.

2 años: ruidos fuertes (sirenas, aspiradores, alarmas, camiones...), animales, habitaciones oscuras, separación de los padres, objetos o máquinas grandes y cambios en el entorno personal.

3 años: Máscaras, oscuridad, animales, separación de los padres.

4 años: Separación de los padres, animales, oscuridad y ruidos.

5 años: animales, separación de los padres, oscuridad, gente “mala”, lesiones corporales.

6 años: Seres sobrenaturales, lesiones corporales, truenos y relámpagos, oscuridad, dormir o estar solos, separación de los padres.

7 – 8 años: Seres sobrenaturales, oscuridad, miedos basados en sucesos aparecidos en los medios de comunicación, estar solos, lesiones corporales.

9 – 12 años: Exámenes, rendimiento académico, lesiones corporales, aspecto físico, truenos y relámpagos, muerte, y en pocos casos a la oscuridad.

El miedo a la separación es el primero y más básico de los miedos. Incluso se da en otras especies. Tiene un claro sentido adaptativo ya que el tener a los cuidadores cerca se incrementan las probabilidades de supervivencia, hasta que el sujeto desarrolle las habilidades y la confianza necesarias para que hacer frente a los estímulos que le atemorizan. Entonces, una vez el sujeto gana en independencia, el miedo se va centrando en situaciones más específicas (p. ej. oscuridad o animales). Pero si este miedo se mantiene, y es desproporcionado en relación al nivel de desarrollo del sujeto, conllevando problemas en áreas importantes de la vida de éste, deja de ser útil y puede llegar a convertirse en el trastorno de ansiedad por separación (a efectos prácticos usaremos los términos ansiedad y miedo indistintamente).

Este, afectando a un 4% de la población infantil, porcentaje que se va reduciendo conforme aumenta la edad. Es más frecuente en niñas que en niños.

Suele iniciarse sobre los 9 años y en relación a un estímulo estresante. Hay cambios en la intensidad de la afectación a lo largo del tiempo. Aunque aumenta la probabilidad de padecer otros trastornos de ansiedad en la juventud y adultez, lo normal es que no se mantenga más allá de la adolescencia.

Sus síntomas característicos son un malestar físico y psicológico recurrente cuando hay una separación real o anticipada respecto de la figuras significativas. Las figuras significativas para la persona son aquellas con las que ha establecido un fuerte vínculo emocional, y, normalmente, serían los cuidadores habituales.

También existe una preocupación excesiva y continua por la posibilidad de que las personas queridas les suceda algo grave o porque se produzca la separación. Suele haber resistencia o negativas repetidas a implicarse en situaciones que impliquen la separación y pesadillas relacionadas con el tema de la separación.

Como la ansiedad por separación es uno de los primeros miedos en aparecer, si no se supera, aumenta la probabilidad de que se den posteriores trastornos de ansiedad en la edad adulta como la agorafobia o el trastorno de pánico.

En la infancia las fronteras entre los diferentes trastornos mentales son más difusas. Esto se ve en la convivencia que puede existir en un mismo paciente de diferentes trastornos. Por ejemplo el trastorno por ansiedad excesiva en la infancia o las fobias múltiples. Más prototípico sería el caso de la depresión, presente en un 30 % de los casos con trastorno de ansiedad por separación.
También es frecuente encontrar problemas académicos por el elevado absentismo escolar que puede haber en las personas que padecen este trastorno. Es importante destacar que este trastorno puede darse conjuntamente con la fobia escolar aunque son dos trastornos con características distintivas (la fobia escolar es un miedo desmesurado al entorno escolar o alguno de sus miembros, y no a la separación respecto de las figuras significativas).

Para explicar el origen de este trastorno se usan modelos de vulnerabilidad-estrés. Es decir existen una serie de factores de vulnerabilidad que al interaccionar con acontecimientos estresantes y con factores de aprendizaje, producen el trastorno. Los acontecimientos que pueden desencadenar el trastorno son la muerte temprana de un progenitor (afecta más cuanto más comprenda el niño o adolescente lo irreversible de la muerte), divorcio de los padres que conlleve cambios importantes en el quehacer cotidiano del niño y haga las relaciones familiares más hostiles, hospitalizaciones en edades tempranas, o cambios de residencia.

Respecto a los factores de vulnerabilidad, destacarían:

Estilo educativo sobreprotector de los padres, impidiendo que el niño/a desarrolle su propia autonomía.

Familias cerradas en sí mismas, habiendo pocas ocasiones para que el niño se separe de las figuras significativas y desarrolle su propia autonomía.

Predisposición heredada: en concreto la característica que más predispone al trastorno es la inhibición conductual ya que supone una mayor reactividad psicofisiológica (más tendencia al rubor, a la taquicardia, a la sudoración, etc... y más tiempo para disminuir estos síntomas).

Relación insegura con los cuidadores.- Problemas psicológicos en los padres, sobre todo depresión mayor y trastorno de pánico.

Características cognitivas: preocupaciones excesivas y no realistas vistas como incontrolables, interpretación del mundo como negativo y amenazante, atención excesiva a las propias reacciones y pensamientos limitando las posibilidades de acción y aumentando las atribuciones a uno mismo de los fracasos.

Si el niño/a no se expone a las situaciones de separación, el trastorno se puede mantener e incluso empeorar.

Otros factores de mantenimiento son la persistencia de alguno de los factores anteriores o el reforzamiento de la conducta del niño/a y la obtención de beneficios primarios o secundarios por ello.

TRATAMIENTOS ESPECÍFICOS DE LA ANSIEDAD POR SEPARACIÓN

En este trastorno se aplican técnicas cognitivo-conductuales similares a las usadas en el resto de problemas de ansiedad. No obstante, al darse fundamentalmente en personas de reducida edad, requieren una serie de adaptaciones.

En primer lugar es fundamental considerar la edad y el nivel de desarrollo del niño/a, porque esto nos indicará que es normal y que no. Si finalmente resulta que estamos ante un problema, y existe la decisión de iniciar la terapia, es preferible que ésta se haga en un contexto lo más parecido posible al que está habituado el niño.

Lo ideal es que las sesiones se desarrollaran en el contexto natural del niño. El terapeuta necesariamente ha de adoptar un papel más activo, puesto que el paciente aún no tiene suficiente capacidad de decisión.

Además, y sobre todo en las primeras sesiones, es aconsejable que estén presentes los cuidadores habituales, que den seguridad y apoyo al niño. De lo contrario seguramente el tratamiento no lograría desarrollarse adecuadamente.

También es importante que los padres y otros educadores sean educados para ser coterapeutas, de manera que aprendan estrategias enseñadas por el terapeuta y las usen fuera de la terapia con su niño.

Por último, es importante trabajar con la motivación por la terapia en el niño, para que le resulte más gratificante estar siguiendo un tratamiento psicológico y/o farmacológico.
Las técnicas más usados y que han mostrado su eficacia en el tratamiento del trastorno de ansiedad por separación son:

Entrenamiento de padres y otros educadores en los principios de las técnicas operantes: fundamentalmente se les enseña a premiar los pequeños avances del niño/a y a dejar de reforzar conductas que, aunque parecen aliviar la angustia del paciente, no hacen sino prolongarla innecesariamente.

Exposición gradual en vivo a las situaciones de separación: se prepara una lista de situaciones ordenadas de menos a más temidas. Progresivamente el niño se va exponiendo a cada una. En las primeras sesiones es acompañado por alguna persona significativa, para gradualmente ir el paciente haciendo frente sólo a las situaciones con lo que aumentará su confianza. A la larga el objetivo es que sea el propio paciente el que haga una autoexposición regular y en su contexto habitual, para que, finalmente soporte las situaciones de separación con la menor ansiedad posible.

Relajación: es una respuesta incompatible con la ansiedad (no se puede estar relajado y ansioso a la vez) que sirve para afrontarla. Lo más habitual es emplear la Relajación Progresiva de Jacobson que se basa en ejercicios de tensión-distensión que muestran las diferencias entre relajación y tensión. Para niños menores de 8 años las sesiones son más cortas, de unos 10-15 minutos para mantener su atención y no fatigarle, se usan instrucciones cortas y claras, también modelos para que aprenda mejor el procedimiento de relajación, así como materiales que facilitan el aprendizaje como muñecos o silbatos.

Otros métodos de relajación: la risa, el juego, la música, etc...

Técnicas de modelado: se usa un modelo real o no, que se enfrenta a la situación temida gradualmente y sin sufrir consecuencias negativas. Lo más efectivo es que el modelo esté de cuerpo presente y que el niño participe repitiendo las conductas del modelo animado y apoyado emocionalmente por éste. Estas técnicas se usan reforzando al niño sistemáticamente a medida que se anima a realizar las conductas del modelo, y dándole indicaciones de cuál es la forma de proceder (las llamadas “guías físicas”).

Es importante que el modelo resulte atractivo para el niño, se asemeje a él, y sea un modelo de afrontamiento y no de dominio. Mientras más modelos de este tipo mejor.

Atender a la tarea es muy necesario.- Imágenes emotivas: el niño/a ha de imaginar situaciones diarias donde participan sus personajes favoritos, lo cuál genera emociones gratas.

Progresivamente se dice al niño que imagine situaciones que le provoquen algo de ansiedad, para ir pasando a otras más angustiantes. Las emociones positivas del principio de la técnica tienen un efecto de inhibición sobre la angustia posterior.- Práctica reforzada o moldeamiento: se pacta un objetivo final (ir solo al colegio por ejemplo) y se fragmenta en una serie de objetivos intermedios que vayan de la situación actual en que se encuentra el niño al objetivo último.

Luego se va premiando la consecución de cada uno de los objetivos parciales, para así llegar al objetivo final. Esta técnica también usa la guía física. Es importante ir dejando de reforzar las conductas de evitación e ir informando al niño del desarrollo de la técnica.

Técnicas cognitivas: se trabajan aquellos pensamientos o imágenes que podrían estar implicados en el trastorno. Fundamentalmente, en este trastorno, se usan las autoinstrucciones positivas. Se trata fundamentalmente de invitar al niño a que cambie la forma de hablarse a sí mismo, pasando del “no puedo hacerlo”, “algo malo va a pasar” al “lo voy a intentar”, “puede ser que algo ocurra”.

Esta técnica , sin embargo, requiere de unas ciertas habilidades intelectuales, que la hacen inadecuada para niños de reducida edad que aún carecen de éstas.Aunque aquí, con propósitos expositivos, se han presentado las técnicas por separado, lo habitual es que se usen diferentes técnicas simultáneamente, para así potenciar la efectividad del tratamiento.

LA NATURALEZA MEJORA LA ATENCIÓN Y MEMORIA

Caminar por un parque o ver imágenes de la naturaleza, ayudan a mejorar la memoria y la atención. Así quedo demostrado por un estudio de la Universidad de Michigan.

Dentro del grupo de personas estudiadas se detectó que cuando se les indicó que caminaran por zonas con naturaleza, mejoraron su memoria de corto plazo en un 20 por ciento, mientras que cuando caminaron por zonas urbanas la recuperación fue del cero por ciento.

Según el estudio, las personas se ven estimuladas por las distracciones y bullicio en las ciudades, variables que consumen su atención y memria, mientras los ambientes naturales tienen un efecto calmante y regenerativo, que pueden tener beneficios en el tiempo de recuperación de pacientes con cáncer y contribuye a mejorar la memoria y la atención.

lunes, 10 de agosto de 2009

LOS FACTORES DE RIESGO PSICOSOCIAL SE DEBEN IDENTIFICAR, EVALUAR E INTERVENIR AL INTERIOR DE LAS EMPRESAS. RESOLUCIÓN 2646 DE 2008

El 17 de julio de 2008, el Ministerio de la Protección Social expidió la Resolución 2646 de 2008, por la cual se establecen disposiciones y se definen responsabilidades para la identificación, evaluación, prevención, intervención y monitoreo permanente de la exposición a factores de riesgo psicosocial en el trabajo y para la determinación del origen de las patologías causadas por el estrés ocupacional.

Esta norma se aplica a los empleadores públicos y privados, a los trabajadores dependientes e independientes, a los contratantes de personal bajo modalidad de contrato civil, comercial o administrativo, a las organizaciones de economía solidaria y del sector cooperativo, a las agremiaciones o asociaciones que afilian trabajadores independientes al Sistema de Seguridad Social Integral; a las administradoras de riesgos profesionales, a la Policía Nacional en lo que corresponde a su personal no uniformado y al personal de las Fuerzas Militares.

A partir de la expedición de la misma, los empleadores deben identificar, evaluar e intervenir los factores de riesgo psicosociales, los cuales comprenden los aspectos intralaborales, extralaborales o externos a la organización y las condiciones individuales o características intrínsecas del trabajador, los cuales en una interrelación dinámica, mediante percepciones y experiencias, influyen en la salud y el desempeño de las personas.

Los factores psicosociales deben ser evaluados objetiva y subjetivamente, utilizando los instrumentos que para el efecto hayan sido validados en el país. Esta información debe ser actualizada anualmente y mantenerse a disposición tanto del Ministerio de Protección Social para la vigilancia y control que le corresponde realizar, como de las administradoras de riesgos profesionales para llevar a cabo la asesoría y asistencia técnica sobre factores psicosociales.

De acuerdo a lo establecido en la Resolución 2646 de 2008, las actividades de evaluación deben ser desarrolladas por un experto, es decir, psicólogo con postgrado en salud ocupacional y con la licencia vigente de prestación de servicios en psicología ocupacional.

La Dirección de Riesgos Profesionales del Ministerio de la Protección Social, tiene programado adelantar un estudio de investigación para el diseño de una batería de instrumentos para la evaluación de los factores de riesgo psicosociales y validación de la misma en una muestra de trabajadores afiliados al Sistema General de Riesgos Profesionales. Como resultado de este estudio, se contará con un conjunto de instrumentos validos y confiables, que puedan ser utilizados en los programas de salud ocupacional de las empresas para identificar los factores de riesgo a los cuales se encuentran expuestos los trabajadores de diferentes actividades económicas y oficios.

La utilización de estas herramientas técnicas, permitirá cualificar los procesos de evaluación de factores de riesgos psicosociales y contar con información que permita focalizar programas, planes ya acciones dirigidas a la prevención y control de estos factores de riesgo.

Maria Marcela Soler Guio
Psicóloga Universidad Javeriana
Especialista en Salud Ocupacional. Colegio Mayor de Cundinamarca
Profesional Especializado en la Dirección General de Riesgos Profesionales
Ministerio de Protección Social
Docente universitario del área de Riesgos Psicosociales

EL AUTOCUIDADO Y LAS PAUTAS ACTIVAS

Los esfuerzos encaminados a la seguridad y el bienestar que los trabajadores de una
organización puedan percibir y disfrutar, son sin duda dos ítems que benefician y esto se traduce en el clima laboral, aporte favorable al logro de los objetivos de cada organización.

Cuando definimos autocuidado decimos que es mantener un bienestar físico, mental y
social, a través del autocontrol de la salud, ligado a determinadas condiciones de las personas y las organizaciones. Es importante que al interior de las organizaciones motiven a los trabajadores para que adopten y mantengan conductas y hábitos saludables.

Cuando nos referimos a pausas activas, decimos que son actividades físicas
especificas que se realizan en el lugar de trabajo, su ejecución durante la jornada
laboral brinda beneficios que ayudan a mejorar el estado psicofísico, renovar la
energía, relajarse y descender los niveles de estrés.

Para fomentar el autocuidado en las empresas estas deben preocuparse de los entornos
físicos y sociales, mejorando las condiciones del lugar donde se trabaja y optimizando procesos, estableciendo liderazgos, mejorando las comunicaciones, el trato personal y el trabajo en equipo.

Esto logra motivar a los trabajadores para que adopten hábitos y conductas saludables y lo mas importante, cada persona debe desarrollar habilidades
que le permita responsabilizarse de su propio bienestar.

Los estudios científicos demuestran que con unas sesiones cortas de ejercicio físico y técnicas de relajación, se pueden contrarrestar y disminuir muchos de los factores que inciden en los bajos índices de rendimiento laboral.

Al evitar la fatiga, disminuir la tensión física y psicológica y lograr un recuperación, habrá una mayor productividad en su trabajo.

Como se mencionó anteriormente, las pausas activas son actividades físicas que se
realizan durante los periodos de trabajo y existen dos tipos de ejercicios o pausas
activas:
  • Ejercicio preparatorios: también llamados gimnasia laboral o ejercicios de calentamiento, son la actividad física que se realizan antes de iniciar la jornada laboral y tienen como objetivo preparar los músculos, articulaciones y estructuras anatómicas del cuerpo, que se pueden afectar por la acción de la fatiga que produce el desarrollo de las actividades laborales.
  • Ejercicios compensatorios: también llamados ejercicios de estiramiento, son los que se realizan durante la jornada laboral y tienen como objetivo proporcionar descanso a cada una de las estructuras anatómicas que estén relacionadas, por la acción del trabajo que se realiza.
¿Cuales son los beneficios de los ejercicios?
Entre los beneficios que se generan al realizar ejercicio encontramos:
  • Quema de grasas.
  • Aumento de la masa muscular.
  • Condicionamiento del corazón y sistema respiratorio.
  • Fortalecimiento de los huesos, incrementando su contenido.
  • Promueve la sensación de bienestar ya que aumenta el flujo sanguíneo provocando así, mejoras en todos los sistemas existentes en nuestro organismo.
  • Previene las enfermedades, aliviando los dolores de espalda, los cuales por medio de las actividades que activan los músculos abdominales mejoran la postura y previenen los dolores de espalda.
  • Evita la obesidad, la cual corre la probabilidad de contraer cálculos en la vesícula biliar y los trastornos cardiacos.
  • Aumentar la autoestima la cual hace sentir al ser humano mas relajado, combatiendo la ansiedad y la depresión.
  • Previene desordenes psicofísicos causados por la fatiga física y mental.
Acciones que se pueden implementar para evitar la fatiga en el trabajo son:
  • crear conciencia respeto a la importancia de cuidar la salud (autocuidado).
  • Alternar los diferentes tipos de tareas que tiene asignadas en su trabajo.
  • Salir al aire libre a la hora del almuerzo.
  • Planificar el trabajo.
  • Organizar y priorizar las responsabilidades.
  • Tener posturas saludables.
  • Mantener una actitud positiva.
  • Evitar la monotonía durante la jornada laboral.
Cuando se ejecuta cualquier tipo de actividad física se deba prestar mucha atención a
la respiración, la misma debe ser profunda y los mas rítmica posible.
El control de la respiración juega un rol destacados en los beneficios que obtenemos
al realizar las pausas activas, estos dos instrumentos nos ayudan a limpiar, revitalizar y purificar el cuerpo, ya que organiza el metabolismo, el ritmo cardiaco y la circulación de la sangre.

Acerca de las pausas activas
  • Los ejercicios a realizar en las pausas activas se realizan una o dos veces al día durante el turno de ocho horas laborales, con una duración entre cinco y siete minutos.
  • Realizar los ejercicios contados lentamente sin forzar demasiados los músculos.
  • Ejecutar los ejercicios hasta el punto de tensión, en caso de sentir dolor suspenda el ejercicio.
  • Al iniciar cada ejercicio debe adoptar una postura neutra, si se realiza de pie: los pies, cadera y hombros deben estar alineados y ligeramente flexionadas las rodillas; cuando el ejercicio es en posición sentado, la espalada debe estar apoyada en el respaldar de la silla.
  • Durante la realización de los ejercicios, respirar tomando el aire por la nariz y botarlo lentamente por la boca.
Tomado de: colpsic.com

domingo, 9 de agosto de 2009

DAR PALMADAS A LOS HIJOS PARA QUE OBEDEZCAN, SÍ O NO?

En los últimos diez años han aumentado las voces contra el maltrato infantil. Algunos padres, sin embargo, defienden la idea de que a veces hace falta una nalgada.

-¿Te pegaron de niña?
-Sí, pero no como para traumatizarme.
La respuesta es de Verónica Fierro, una joven de 29 años, quien al recordar las pocas veces que su mamá la zarandeó por desobediente, dice: "Me lo merecía".
Su opinión riñe con las tendencias, cada vez más marcadas a eliminar cualquier tipo de maltrato a los niños, tanto en el hogar como en los colegios.

De acuerdo con la psicóloga Claudia Jiménez Chacón, de la Asociación Afecto, "así sea duro o pasito, un golpe, una cachetada o un empujón son actos agresivos, violentos" que deberían evitarse, pues tienen repercusiones en el desarrollo emocional del niño que se reflejan incluso en la vida adulta.

Así, la persona que ha sido educada con agresión es más propensa a depender de la presencia del jefe o de una autoridad para funcionar correctamente, mientras que quienes fueron criados en ambientes más amables tienden a ser más autónomos y responsables de sus actos.
En la sociedad eso se nota, por ejemplo, en el cumplimiento de las reglas de tránsito. "Unos actúan por miedo al castigo y otros porque tienen conciencia de las consecuencias y respeto por las normas", indica la psicóloga.

Aquí, la mayoría ha pegado
Pero más allá de ese ejemplo, que probablemente tiene otras explicaciones posibles, lo cierto es que en Colombia, el 65 por ciento de los padres y madres dice haberle pegado por lo menos una palmada a su hijo o hija en alguna oportunidad. Y de ellos, el 76 por ciento dice sentir culpa, de acuerdo con un estudio de la fundación Save the children en el país.

Según Roger Dávila, coordinador de protección de la entidad, el castigo corporal y el abuso físico tienden a perpetuarse y a hacerse una conducta continua. Es decir que tras el primer golpe es fácil dar el segundo. Y, así mismo, repetir el patrón con los hijos.
Sin embargo, socialmente está permitido reprender con palmadas a los niños, e incluso hay un círculo de pediatras que defienden esa práctica.

Las causas más frecuentes para que los niños reciban castigo físico son rebeldía, pataletas y falta de respeto. Y justamente por esas razones, Verónica ha debido "darle palmadas" a su hija de 11 años en contadas ocasiones.

"Con moderación, pero le han caído bien", señala la madre, que asegura, sin embargo, que ese no es el primer método al que recurre cuando se trata de llamarle la atención, pues antes recurre al diálogo.

Como ella, hay un 27 por ciento de padres que considera el castigo físico necesario para educar a sus hijos, de acuerdo con una encuesta realizada en Bogotá, Cali y Medellín por el Ministerio de Protección, la Universidad del Valle y el Instituto Cisalva.
Defensores de la nalgada explican su uso en la crianza
Una guía para el 'uso de la nalgada disciplinaria' expidió hace dos años la Asociación Americana de Pediatría.
En ella señala que "una palmada debe ser siempre motivada por el amor, con el propósito de enseñar y corregir", dice.

Indica, además, que puede usarse cuando "el mal comportamiento persista" pese a haber intentado antes agotar las palabras, las explicaciones y las mediaciones con el niño.

"La palmada, obviamente, es lo último, no lo primero", advierte por su parte la sicóloga Sonia Lancheros para quien esa manifestación permite imponer autoridad en momentos extremos. Porque "si no se ponen límites, al niño nada le va a importar de ahí en adelante".
Lancheros enfatiza también en que el castigo no se trata del golpe en sí mismo sino de lo que este representa.

"Al niño no le duele tanto la palmada como la sensación de pérdida del afecto de quien lo golpea". Y a propósito, los pediatras indican que esto sólo pueden hacerlo sus padres o algún adulto con una relación familiar muy estrecha, y, en cualquier caso, seguido de una reflexión sobre lo que motivó la nalgada con el fin de recuperar la cordialidad de la relación.

Y, "claramente, no se trata de darles palmadas todos los días o por cualquier cosa", dice la sicóloga.
Guía para educar sin golpear:

- Imponer normas y límites coherentes a los niños y niñas, hacerlas respetar y castigarlos con firmeza y claridad cuando se salten la norma, pero sin pegarles ni humillarles.- Educar a los niños y niñas en derechos y responsabilidades, fomentando su autonomía.- No chantajear afectivamente a nuestros hijos ni dejarnos chantajear por ellos.- Enseñar a pedir perdón, y pedirlo cuando nosotros nos equivocamos.
Tomado de: eltiempo.com